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Cierto día estaba Antonio en su oficina cuando la secretaria le dice: hay hombre mal vestido y sucio que insiste en hablar con usted, a lo que Antonio le pide a la secretaria que le haga esperar cinco minutos y lo atenderá pues estaba ocupado. Luego sale de la oficina y lo hace pasar y le pide que tome asiento, el humilde hombre le dice “no jefe ahí no mas” mi nombre es Juan, yo le vengo a pedir un favor pero; no quiero que me regale nada, a ver explícame Juan, le dice Antonio, bueno dice Juan: yo vivo en la playa con mi esposa y ella esta esperando un hijo mío y necesito trabajar, ¿Qué sabes hacer? Le pregunta y Juan dice: bueno yo soy comerciante ambulante, pero con esto del bebé me quede sin capital, si usted me presta dinero para comprar una caja de paletas de helado se lo agradecería. Sin pensarlo dos veces dice Antonio que lo sube a la camioneta y lo lleva a comprar todos los implementos para que Juan trabaje y conociendo a Antonio, estoy segura que le proporciono más que eso.
Pasó el tiempo y llegó Juan nuevamente ¿está el jefe? la secretaria lo reconoció y lo hicieron pasar, cuéntame Juan en que te puedo ayudar, le pregunto Antonio y Juan se mete la mano en el bolsillo y contesta, no todo esta bien, solo le vengo a devolver lo que me prestó, uf, cuenta Antonio, fue una situación muy especial, un hombre humilde que no tiene nada, que pudo fácilmente quedarse con ese préstamo, vuelve a cumplir su palabra. Por cierto Antonio le pidió que guardara ese pequeño capital para trabajar.
Esta historia es verídica y cada día doy gracias a DIOS por las personas como Antonio que quedan en el mundo para seguir ayudando a otros Juanes.
